Las dietas suelen estar balanceadas de acuerdo a sus componentes, además de estar reguladas las porciones y las cantidades.
Siempre es recomendable una alimentación balanceada, un mínimo de tiempo semanal de actividad física y una concientización de la salud de nuestro cuerpo.
El secreto de una buena dieta no es comer como a cada momento, picoteando durante el todo día, sino que su secreto radica en la organización de horarios y en la combinación de los alimentos que ingerimos.
Los horarios tienen relación con que hay que cumplir con las cuatro comidas básicas: desayuno, almuerzo, merienda y cena. Y si se siente un poco de hambre, realizar las colaciones de media mañana y media tarde. Estas colaciones no deben superar las 100-120 calorías, porque de otro modo, serían una comida más.
Con respecto a la combinación de los alimentos, es básico no mezclar hidratos con azúcares y con proteínas.
Un ejemplo de esto sería no mezclar una crepe con jamón y queso o una tarta con jamón y queso.
Las carnes con vegetales y nunca mezcladas con huevos. Una omelette puede ir con queso, pero sin yemas, es decir con un huevo y luego la cantidad de claras que se desee. De este modo estaremos evitando las proteínas y el colesterol de las yemas, y aprovechando la proteína de la albúmina que se encuentra en las claras.
Las pastas están permitidas pero sin queso y con aceite crudo. Nada de estofados carnosos ni grasosos. Se pueden acompañar también con salsas naturales, donde se reemplaza el aceite de cocción por rocío vegetal y agua.
Las carnes blancas corren la misma suerte que las carnes rojas: se acompañan con vegetales.
Las tartas deberán ser de verduras de cualquier tipo.
La fórmula seguirá siendo: no mezclar azúcares con hidratos ni con proteínas. Siempre irán por separado y acompañadas de vegetales.